La mente absorbente, teoría Montessori explicada a los padres

Por: Zully Morales

 

“El niño es el único guía que nos permite saber lo que debe ser la educación”
María Montessori, Educación y paz.

La educación, sus procesos y la manera correcta de abordarla, es quizá unos de los temas que más abordamos en el hogar, desde el momento que los padres se han convertido junto a los docentes en los maestros de sus pequeños. Estas líneas llevan el deseo de contribuir al acompañamiento que mami y papi están realizando desde casa.

“La mente absorbente” es una expresión consagrada en la metodología Montessori y con palabras sencillas queremos hoy explicarles de qué se trata.

En palabras citadas, la mente absorbente es la interacción permanente entre la experiencia sensorial y el trabajo de la mente. El estado de la mente de nuestros niños es inconsciente hasta los 3 años, se vuelve progresivamente consciente entre los 3 y los 6 años. Quiere decir que, aunque como adultos pensemos que nuestro pequeño no está aprendiendo porque aún no responde con palabras a los estímulos, lo que está sucediendo dentro de él es simple y a la vez maravilloso, está almacenando experiencias en su memoria que posteriormente saldrán a la luz.

Ilustrémoslo con un ejemplo que muchos de nosotros hemos vivido: ¿Alguna vez usted de adulto ha dicho la siguiente expresión: “Esta comida me sabe a tierra”? ¿Divertido no? Pues la respuesta es que seguramente usted de niño comió tierra del jardín, de una maceta o en algún paseo al exterior. Ese sabor tan peculiar se quedó en su mente absorbente, en su memoria a largo plazo y justo cuando encuentra de nuevo la similitud, sale a luz su experiencia vivida de pequeño.

Estas convicciones que tenía María Montessori han sido demostradas por científicos y por investigadores en neurociencias. Se sabe que la conexión de las células neuronales entre sí mediante sinapsis, alcanza su punto culminante en el cerebro humano entre el primer y tercer año de vida. Ya no cabe pues, decir los bebés no entienden; es justo el momento de aprovechar a brindarles estímulos variados y cubrirlos de cuidados amorosos.

En otras palabras, el cerebro está funcionando como esponja que absorbe todo y al ir creciendo tomará con efectividad lo que le es útil y desechará aquello que no le es útil. Esta capacidad que tiene el niño de integrar, por imitación y repetición son las virtudes del aprendizaje que lo llevarán a construirse en su propia personalidad y a la vez adaptarse a su cultura y la época que está viviendo. Absorbe idiomas, prácticas y valores de las personas que están en contacto con él. Esto le permite desarrollar esa preciosa sensación de pertenencia, que provee seguridad y confianza en sí mismo.

De ahora en adelante, no permita que le digan que los niños no entienden, no saben o son muy pequeños; porque esta es la edad que el cerebro trabaja sin fatiga y asimila el conocimiento como un alimento viviente (María Montessori, Pedagogía científica).

Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres. Lucas 2:52

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