Por: David Caballeros
Sin pensarlo mucho, el concepto de la educación cristiana no parecería ser muy complicado. No está fuera de nuestro contexto cultural, con los muchos colegios religiosos, ambos católicos y protestante; o con la escuela dominical a la que llevamos nuestros niños todos los domingos. Pero si empezamos a hacer preguntas, y tratamos de entender qué es la educación cristiana y cómo difiere de la educación laica, cómo aplicarla efectivamente o cómo la podemos aplicar a la educación en el hogar, estas preguntas nos hacen saber que en realidad no es tan simple la educación cristiana.
Yo propongo que la educación cristiana tiene poco que ver con el contenido que se está compartiendo con los estudiantes; al menos que estemos hablando de educación doctrinal, y en realidad el principio central de la educación cristiana es el ejemplo. Al ser ejemplo para los jóvenes de cómo vivir una vida buena e íntegra dentro de los límites del cristianismo, ellos verán que es posible vivir como un cristiano en este mundo moderno. Sin estos ejemplos o con ejemplos fallidos o hipócritas, los jóvenes naturalmente se alejarán del cristianismo al no poder creer que es posible vivir sus valores. El maestro cristiano debería poder mostrar en su ejemplo lo que la vida cristiana puede ser, viviendo de acuerdo a los principios cristianos en imitación de Cristo. Si pensamos en el colegio, los maestros deberían poder mostrar la compasión por los estudiantes que mostraría Jesús, al mismo tiempo deberíamos mostrar la justicia de Dios al establecer reglas claras y mantener nuestra palabra al aplicarlas.
Debemos entender que los jóvenes viven en un mundo donde tienen muchos ejemplos de vidas seculares ‘exitosas’, incluyendo las celebridades que ven en la televisión, los ricos que ven en las noticias, y los ejemplos culturales en las películas y series. Estos ejemplos muestran cómo podrían vivir sus vidas en el mundo secular y usualmente lo hacen de una manera que no muestra la destrucción que ese estilo de vida trae. Si no tienen un ejemplo cristiano que muestre que vivir una vida cristiana no solo es posible, sino también una vida buena y valiosa, entonces no intentarán vivir como cristianos en la primera oportunidad que tengan de mostrar su independencia.
Otro principio importante para la educación cristiana es la sinceridad. En el colegio hemos trabajado un contenido de las clases de educación bíblica que incluye la apologética, y en esas clases les pedimos a los estudiantes que nos compartan si tienen alguna pregunta sobre el cristianismo que no se han atrevido preguntar. Usualmente tienen preguntas y usualmente son preguntas bastante simples y comunes. Esto me dice que estos jóvenes no tienen una relación con suficiente confianza para hacer estas preguntas en su casa o en sus iglesias, lo cual es una lástima, dado que hemos visto que muchos de ellos crecen en su fe una vez estas dudas encuentran respuestas. El maestro cristiano debería entonces mostrarse sincero y abierto con sus estudiantes, mostrando que las dificultades de la vida no destruyen la fe, sino que en momentos la fortalecen. Si los jóvenes creen que serán castigados al presentar dudas o malentendidos, entonces nunca harán preguntas, y esas dudas se quedarán dentro de ellos y se volverán espacios de incongruencia en sus vidas que amenazarán su fe cuando se vean confrontados por el mundo fuera de la fe.